Hace unos días me crucé con una frase del libro Elogio de la pereza, de Jacques Leclercq, escrito en 1936. Decía: "Nuestro siglo se ufana de ser el de la vida intensa y esa vida intensa no es sino una vida agitada...” Y unos cuantos días antes de este, otro párrafo que iba por una línea similar me apareció en Instagram: “Haber llegado como especie a presumir de no tener tiempo. Decir orgulloso que vas muy liado y creer que eso es vida exitosa. La vida es tiempo y no tener tiempo es el mayor de los fracasos.” La vida es tiempo.
Hace dos semanas no acudí a mi cita con vosotros. ¿Por qué? “Porque voy muy liada”. Es decir, he tenido mucho trabajo, muchas cosas de las que ocuparme, y no tenía ni el tiempo ni el silencio que necesito para escribir estas cartas. Porque sí, me he dado cuenta que yo funciono con silencio. Sobre todo, para escribir. Incluso mis compañeras de piso me dicen que soy silenciosa en mis formas, que hago muy poco ruido. ¿Es extraño que me pareciese un cumplido bonito?
Tal vez. Lo que sí sé es que estoy de acuerdo con otra frase del libro de Leclercq. "La soledad, el silencio, el reposo, son necesarios para todo nacimiento, y si alguna vez un pensamiento o una obra de arte surgen como un relámpago, es que ha habido antes una larga incubación de morosidad”.
No acudí porque valoro de sobremanera vuestra compañía y vuestro tiempo, y me resultaba una completa falta de todo mandaros algo rápido y corriendo, diciendo las primeras tres cosas que se me cruzasen por la cabeza y listo. Solo por cumplir.
Así no es cómo vivo y así, desde luego, no es cómo escribo.
No sé si soy la única a la que le parece un bombazo mental la frase de “la vida es tiempo y no tener tiempo es el mayor de los fracasos”, pero a mí me paró en seco.
Tener tiempo no significa no hacer nada. Tener tiempo significa saber para lo que se emplea, tener límites y cotos para cada una de las facetas de la vida: para la familia, para el trabajo, para los amigos, para leer y escribir, descansar.
Yo, por ejemplo, noto que me falta (o no encuentro) suficiente tiempo para la lectura, ese pilar que ha sido y es fundamental en mi vida. ¿Sigo leyendo? Sí. Pero no tanto como me gustaría. ¿Cómo cambiarlo? No tengo ni idea. Tal vez durmiendo menos, tal vez con una mejor organización, o tal vez, parando un poco.
¿En qué momento hemos llegado a la conclusión de que estar en un estado constante de movimiento es bueno? Hay momentos puntuales en la vida que hacen inevitable que se tenga una época ajetreada, ¿pero buscarlo y enorgullecerse de ello? De verdad que no sé cómo se extendió la idea que esto era un ideal a perseguir, esta cultura del hustle que uno se encuentra constantemente.
Puede que yo sea un alma vieja, pero me parece algo verdaderamente asombroso y, en parte, también aterrador. Porque todo ese tiempo que invertimos en estar de aquí para allá, no suele ser tiempo invertido en lo que nos da paz, en lo que nos tranquiliza el alma.
Creo que este ir corriendo como pollo sin cabeza acaba resultando en un mirar sin ver. Y qué triste cuando se llega a esto, al punto de mirar sin ver, cuando ya no se tiene consciencia de la presencia. Qué robo del presente. Y qué desperdicio de nuestro tiempo.
Todo lo bueno en la vida, y a lo que merece la pena dedicarle ese tiempo (libre) tan valioso, no quita sino que da paz. No nos abstrae, sino que nos hace más conscientes de nuestro aquí y ahora. Nos abre los ojos. Nos hace ver.
Un buen libro, un buen cuadro, una buena persona, una Verdad.
Tener tiempo, hoy en día, es una de las mayores victorias.
Para mí vivir es no tener prisa, contemplar las cosas, prestar oído a las cuitas ajenas, sentir curiosidad y compasión, no decir mentiras, compartir con los vivos un vaso de vino o un trozo de pan, acordarse con orgullo de la lección de los muertos.
- Carmen Martín Gaite
Dos libros
Un libro que me ha dado paz estos últimos días ha sido el de Las pequeñas virtudes, de Natalia Ginzburg.
Sobre todo, un párrafo del texto que da nombre al libro y que trata las grandes virtudes en las que se debería educar a los hijos. Si en algún momento los tengo, ya sé cuál será mi manual de acción.
Otro, Derecho a disentir, de Mauricio Wiesenthal. Unos ensayos cercanos, con ese entusiasmo vital que se le nota a él cuando habla.
Dos canciones
Otra cosa que me ha estado dando mucha paz es la música de Gregory Porter. La canción de Hey Laura y también la de Be Good son una combinación perfecta entre flow y tranquilidad.
Una frase
Leer a los clásicos y, ya también, ver a los clásicos es un arma cargada de futuro y de defensa personal.
- Enrique García-Máiquez.
Un poema
Este me lo encontré nada más abrir Ayer, de Agota Kristof.
Otro poema
De Mary Oliver.
Un podcast
Por último (y aunque me da muchísimo pudor ponerlo), y también como explicación de mi ausencia hace unas semanas, tengo un podcast. Bueno, acabo de inaugurar un podcast. Una pregunta, literal. Es un consultorio literario en el que procuro contestar lo mejor que sé las preguntas que me mandan nuestros amigos lectores . Está abierto a todo el que quiera participar. Aquí está la declaración de intenciones y aquí el primer capítulo, que salió este pasado miércoles.
Habrá uno cada miércoles, hasta que se acaben las preguntas (espero que nunca) y no queden más buenos libros sobre los que hablar (sé que nunca).
Algunos artículos
En defensa del libro de papel, de Jacobo Bergareche
"La acumulación de libros de papel nos permite poner a la vista de nuestros hijos, de nuestros amigos y de nosotros mismos, la evolución de nuestros intereses, las preguntas que nos hemos hecho."
Paternidad irresponsable, de Jaume Vives
"Tener hijos es rezar con el cuerpo."
By the book con Amor Towles
“You’re organizing a literary dinner party. Which three writers, dead or alive, do you invite?
Emily Dickinson, Herman Melville and Bob Dylan. It would either be the most interesting dinner of my life, or the one with the most awkward silences. Maybe both.”
Elogio de la duda, de Pedro G. Cuartango
“Muchos de los dogmas que se nos presentan hoy como indiscutibles son verdades de pacotilla, que no resisten el más mínimo análisis crítico o se basan en estereotipos ideológicos o bien intencionados, pero falsos. No hay debates serios ni se discute sobre el fondo de las cosas. Lo que domina es el eslogan y la consigna.”
Esto es todo por hoy.
Nos vemos en dos semanas. Hasta entonces, disfrutad del tiempo disponible, de las buenas cosas y de las mejores personas.