Imaginémonos un mundo sin libertad. Imaginémonos un mundo sin cultura. Ahora pongámonos en que cualquier actividad intelectual es vista como una amenaza para los dirigentes y por consiguiente prohibida bajo pena de arresto y, en su caso más brutal, muerte. Es una imagen horrible, pero no muy lejana ni de la realidad ni en la historia. Hay en ciertas partes del mundo donde la libertad intelectual y física es inexistente. Y a principios de los años cuarenta ese era también el caso en la Europa asediada por las fuerzas nazis alemanas o las fuerzas comunistas rusas. Aún así, bajo la amenaza de pena de cárcel y muerte, un grupo de jóvenes artistas polacos se reunía todas las semanas de forma clandestina en sus hogares. Poetas, actores, músicos, dramaturgos. Se reunían para leer poemas, interpretar piezas, hablar sobre ideas. Pero el núcleo de cada actividad era hablar sobre la humanidad, sobre la cultura y sobre la belleza. Este grupo se llamaba the Rhapsodic Theater, y fue fundado con el único propósito de mantener la cultura y moral ante las invasiones externas. Y la pregunta es, ¿por qué estos jóvenes arriesgaban sus vidas para reunirse en pequeñas habitaciones y leer unos poemas o hacer un teatro? ¿Por qué ha habido gente, durante gran parte de la historia, dispuesta a arriesgar su vida por el arte? La respuesta está alejada del patriotismo o el seguimiento de alguna ideología. Para ellos, y para la gente que entiende lo que es el arte y lo que es la cultura, son más que solo meras palabras sobre papel o pintura sobre un lienzo. Es la forma de descubrir las verdades fundamentales de la vida.
Supongo que todos los que leemos esta carta y somos partícipes de esta pequeña comunidad no vivimos en estas condiciones. No vemos restringida nuestra libertad cultural y física (si no consideramos las restricciones que nos ha impuesto esta pandemia). Pero sí que se puede dar el caso de que no hagamos uso de esta libertad. Que nos hayamos olvidado de la cultura en sí, de consumirla, de apoyarla y mantenerla, en muchos casos también de financiarla. Porque sí, los libros no se compran solos ni los artistas viven del aire. Todos tenemos la responsabilidad de saber cómo cultivarla, consumirla y apoyarla. Y ante la gran avalancha de información y estímulos que recibimos de todos lados, también es necesario el saber diferenciar qué es cultura y conocimiento y qué es basura con un lazo.
La sensibilidad se tiene que entrenar, el saber mirar, el saber ver y escuchar y, sí, también, el saber pensar. Todo eso se aprende.
Lo que quiero decir con todo esto es que, con estas cartas, mi humilde propósito va a ser aportar mi granito de arena a descubrir esas joyas culturales que veces nos pueden pasar desapercibidas.
Siempre me he sentido atraída por la belleza. Y me he dado cuenta de que no tienen que ser cosas grandes y relucientes, o algo impresionante. La belleza se puede hallar en la humildad de una sonrisa amable, en una buena noticia, en un cuadro a primera vista incomprensible, o en un libro que no nos impresionó, pero sobre el que seguimos pensando semanas después de acabarlo. Puede ser una pieza de música escuchada en la calle, una frase muy bien escrita, un cuadro visto en Instagram, una noticia importante. Pero, al final, es en el conjunto de todas estas pequeñas piezas donde reside nuestra humanidad. Y en estos tiempos raros e imprevisibles, donde hemos tenido que aprender a hacer tantas cosas de una forma distinta, es donde también podemos crear ese pequeño hueco para la cultura y, en definitiva, para ser humanos.
La primera carta llegará la semana que viene, el día será una sorpresa. Recibirás dos emails, uno en inglés y otro en castellano. Las recomendaciones de libros y artículos pueden variar entre las dos ediciones, ya que algunos libros o artículos solo están disponibles en español y pueden no ser de interés para el lector de la edición inglesa. Pero si lees la española, no te preocupes, tendrás todas las recomendaciones en una misma carta.
Espero que os guste y sirva. Estoy completamente abierta a nuevas sugerencias, añadidos que podrían beneficiarnos a todos y vuestras propias pequeñas joyas culturales. Los comentarios están abiertos a todos.
Cuidaros. Os escribo pronto.