#9 El poder de la delicadeza
Hace unos cuantos días leí una carta de Carmen Pacheco en la que hablaba sobre la delicadeza. Esa fuerza que, sin la necesidad de tocar, transforma. Ella ponía el ejemplo de una dermatoscopia que le tuvieron que hacer, y cómo la doctora, casi sin rozar con sus dedos su brazo, le indicaba los movimientos que debía realizar. Casi todos conoceremos esa experiencia táctil de delicadeza. Esta es una experiencia que nada tiene que ver con intimidad, pero sí mucho con apreciación por la realidad de la otra persona. Y, en definitiva, por un respeto profundo. El poder de ese toque sumamente delicado alcanza tintes de una experiencia casi mística, porque cuando se vive un momento así, se está en paz. Puede que sea un momento breve, pero en ese momento, se está en paz con el mundo.
Según la RAE, la delicadeza es Atención y exquisito miramiento con las personas o las cosas, en las obras o en las palabras.
Hay algunas personas que tienen una delicadeza innata. Ese exquisito miramiento por los demás, ya sea mediante palabras, gestos o acciones. Ese saber actuar en las situaciones más dispares. Personas que, al interactuar, nos transmiten completa calma.
Pero la delicadeza no está solamente reservada a las personas. Se puede hallar en ciertas obras de arte, en las esculturas de Bernini, en los textos escritos por Stefan Zweig, en obras de Bach, en cuadros de Teresa Cuevas. Obras en las que se percibe claramente que cada curva, cada pincelada, cada nota y palabra han sido puestas con suma exquisitez y cuidado. Con mucha atención.
Una cosa que me preocupa bastante es la creciente falta de delicadeza. La falta de respeto hacia los otros que muchas veces se ve excusada con un simple esque yo soy así o yo esque soy muy sincero. No. Una cosa es ser sincero y nombrar las cosas por su nombre, y otra cosa es que te de igual la persona que se encuentra al otro lado de la conversación. Pero ya no es solo en la forma de hablar, sino en la forma de relacionarse. En el no valorar la naturaleza de la persona e ir usando a diestro y siniestro como si fuesen objetos y no seres humanos.
La delicadeza no es sumisión, no es seguir normas sociales rígidas, no es una cualidad femenina y no es actuar un papel y rechazar el propio carácter. La delicadeza es una cualidad universal. La delicadeza es aprecio. Es respeto.
La delicadeza en el tacto, en la mirada, en la actitud ante los demás y ante la vida no es más que una expresión de nuestro interior. De cómo nos vemos y nos respetamos, de la dignidad con que valoramos la propia vida. En un mundo en el que se ha perdido la delicadeza, todo se puede dar por perdido. Pero en un mundo, en una sociedad, en la que el cuidado de los demás, la atención, el miramiento y la valoración de las personas (y de la naturaleza) prima con gran fuerza, todo es posible.
Un libro
A lo largo de la vida, todos encontramos un libro que se convierte en nuestro libro. Ese libro que contiene todo lo que uno busca en una obra, que nos toca en lo más profundo y no nos vuelve a soltar. A raíz del cual, empezamos a ver la vida de una forma hasta entonces inexplorada. Para mí, ese libro es El despertar de la señorita Prim de Natalia Sanmartín Fenollera. Al principio no me entusiasmó. Me pareció que le faltaba algo, que le faltaba chicha. Pero con cada nueva lectura (y ya han sido muchas) voy descubriendo nuevos tesoros. Es un libro de una profunda delicadeza y sutileza. De gran elegancia y erudición. Cualidades que yo valoro y aprecio mucho. Sé que este libro no es para todo el mundo, pero si que es un libro que todo el mundo debería atreverse a leer. Habrá algún lector que diga que es un libro para mujeres. Pues no. Puedo asegurar que, si se lee en profundidad y con tiempo, se verá que no es así.
Mi querida Prudencia, hay momentos en la vida en que a todos se nos presentan dilemas que no quisiéramos tener que resolver. Aunque en cada vida ese dilema aparece disfrazado con ropajes diferentes, su esencia es siempre la misma. Hay un sacrificio y hay que escoger una víctima: uno mismo o los demás.
Una canción
Una cuenta de Instagram
La de la artista Teresa J Cuevas, @teresa_j_cuevas. Arquitecto convertida en pintora, sus obras siempre me han transmitido mucha serenidad y paz. Sencillez y elegancia. Belleza.
La felicidad en menos de 140 caracteres
Paz.
Un video
Este video se hizo viral hace unos meses, pero me sigue emocionando cada vez que lo veo. No sólo por el poder de la música, que consigue superar cualquier barrera, incluso los impedimentos de una enfermedad tan agresiva como es el Alzheimer. Sino también por lo que supone el baile para las personas. Para el alma. Y cómo, en este tiempo actual, lo echo muchísimo de menos.
Esto es todo por hoy. Me gustaría saber qué opináis vosotros con respecto a la delicadeza.
Os deseo un feliz domingo.
Nos escribimos pronto.