Hace unos cuantos días leí una carta de Carmen Pacheco en la que hablaba sobre la delicadeza. Esa fuerza que, sin la necesidad de tocar, transforma. Ella ponía el ejemplo de una dermatoscopia que le tuvieron que hacer, y cómo la doctora, casi sin rozar con sus dedos su brazo, le indicaba los movimientos que debía realizar. Casi todos conoceremos esa experiencia táctil de delicadeza. Esta es una experiencia que nada tiene que ver con intimidad, pero sí mucho con apreciación por la realidad de la otra persona. Y, en definitiva, por un respeto profundo. El poder de ese toque sumamente delicado alcanza tintes de una experiencia casi mística, porque cuando se vive un momento así, se está en paz. Puede que sea un momento breve, pero en ese momento, se está en paz con el mundo.
#9 El poder de la delicadeza
#9 El poder de la delicadeza
#9 El poder de la delicadeza
Hace unos cuantos días leí una carta de Carmen Pacheco en la que hablaba sobre la delicadeza. Esa fuerza que, sin la necesidad de tocar, transforma. Ella ponía el ejemplo de una dermatoscopia que le tuvieron que hacer, y cómo la doctora, casi sin rozar con sus dedos su brazo, le indicaba los movimientos que debía realizar. Casi todos conoceremos esa experiencia táctil de delicadeza. Esta es una experiencia que nada tiene que ver con intimidad, pero sí mucho con apreciación por la realidad de la otra persona. Y, en definitiva, por un respeto profundo. El poder de ese toque sumamente delicado alcanza tintes de una experiencia casi mística, porque cuando se vive un momento así, se está en paz. Puede que sea un momento breve, pero en ese momento, se está en paz con el mundo.